domingo, 5 de marzo de 2017

¿Quién es el Amigo de Rozitchner?

Hola, hola, hola. Hola. Un manual de convenciones opresivas demandaría mi presentación en este instante. A la presentación iría indexada la lista de mis objetivos, el perfil de la gente a la que me quiero aproximar y demás cosas. ¿Pero sabés qué? Eso no está bueno. Porque si hay algo que me enseñó mi amigo Alejandro en nuestras charlas de café bien porteñas es que las etiquetas nos matan de a poco. ¿Qué tenés que saber de mí antes de leerme? Bueno, no sé, ya me estás leyendo, jeje. Bueno, bueno, chistes afuera, tenés que saber que le voy a poner toda la onda, todo el entusiasmo, toda la convicción, para comentarte las cosas piolas y las que no lo están tanto. Pero con onda, che, porque acá nadie quiere ponerse negativo y empezar a criticar al divino botón.
Te cuento: se me dio por empezar a escribir por acá porque estoy notando por la calle que la gente está medio ortiva, que no se bancan las sonrisas de uno, etc. Y yo siempre digo: a la vida hay que ponerle onda; y a la mala onda siempre hay que darle la otra mejilla. Y bueno, me parece que un blog es una herramienta súper útil para difundir mis reflexiones cotidianas sobre lo copado que tiene uno que sentirse y lo necesario que es un cambio de ánimos. Porque, gente, digamos la verdad, si no cambiamos esas caras largas, no vamos a cambiar la realidad. Y bueno, así está la cosa en este país: unos se quejan de todo y otros le ponemos onda y miramos para adelante. Porque mirar para atrás está bueno, pero no siempre. Porque si mirás mucho al pasado te quedás en el pasado. ¿Y qué pasa entonces con el futuro? Y al futuro hay que vivirlo en el presente, que cuando lo enunciamos como presente ya es un presente-pasado. Pero bueno, no sé, la cosa está brava. Y a la bravura de la cosa hay que mirarla y gritarle: «¡Yo tengo esperanzas en el mañana, no me empujes al pasado.


Así que pensaba en estas cosas y lo charlé con Alejandro, que me dijo que le tengo que poner ganas al futuro y acá estoy, escribiendo estas líneas, para ustedes. Y creo que si tengo que definir algún rasgo mío, es que soy un amigo de Alejandro. Y quiero que sepas que vos también lo podés ser, porque él es un tipo súper abierto, súper buena onda. No hay nada de especial en ser un amigo de Alejandro. El chavón te puede caer mañana a tu casa, como me pasó a mí, y tomarse unos mates con tus pibes. Pensá en eso. Esas cosas me hacen pensar que este país es un lugar maravilloso, donde gente generosa te toca el timbre de tu casa y te deja una vivencia de aquéllas. Pero bueno, quería contarles eso e invitarlos a que me sigan visitando. Porque me gusta contarles cosas copadas y transmitir buenos sentimientos. Y porque sé que quienes vuelvan me van a llenar de buenos deseos. ¡Buena vida!


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