Hola, hola, hola. Hola. Un manual de
convenciones opresivas demandaría mi presentación en este instante. A la
presentación iría indexada la lista de mis objetivos, el perfil de la gente a
la que me quiero aproximar y demás cosas. ¿Pero sabés qué? Eso no está bueno.
Porque si hay algo que me enseñó mi amigo Alejandro en nuestras charlas de café
bien porteñas es que las etiquetas nos matan de a poco. ¿Qué tenés que saber de
mí antes de leerme? Bueno, no sé, ya me estás leyendo, jeje. Bueno, bueno,
chistes afuera, tenés que saber que le voy a poner toda la onda, todo el
entusiasmo, toda la convicción, para comentarte las cosas piolas y las que no
lo están tanto. Pero con onda, che, porque acá nadie quiere ponerse negativo y
empezar a criticar al divino botón.
Te cuento: se me dio por empezar a escribir por
acá porque estoy notando por la calle que la gente está medio ortiva, que no se
bancan las sonrisas de uno, etc. Y yo siempre digo: a la vida hay que ponerle
onda; y a la mala onda siempre hay que
darle la otra mejilla. Y bueno, me parece que un blog es una herramienta súper
útil para difundir mis reflexiones cotidianas sobre lo copado que tiene uno que
sentirse y lo necesario que es un cambio de ánimos. Porque, gente, digamos la
verdad, si no cambiamos esas caras largas, no vamos a cambiar la realidad. Y
bueno, así está la cosa en este país: unos se quejan de todo y otros le ponemos
onda y miramos para adelante. Porque mirar para atrás está bueno, pero no
siempre. Porque si mirás mucho al pasado te quedás en el pasado. ¿Y qué pasa
entonces con el futuro? Y al futuro hay que vivirlo en el presente, que cuando
lo enunciamos como presente ya es un presente-pasado. Pero bueno, no sé, la
cosa está brava. Y a la bravura de la cosa hay que mirarla y gritarle: «¡Yo tengo esperanzas en el mañana, no me empujes al pasado!».
Así que pensaba en estas cosas y lo charlé con
Alejandro, que me dijo que le tengo que poner ganas al futuro y acá estoy,
escribiendo estas líneas, para ustedes. Y creo que si tengo que definir algún
rasgo mío, es que soy un amigo de Alejandro. Y quiero que sepas que vos también
lo podés ser, porque él es un tipo súper abierto, súper buena onda. No hay nada
de especial en ser un amigo de Alejandro. El chavón te puede caer mañana a tu
casa, como me pasó a mí, y tomarse unos mates con tus pibes. Pensá en eso. Esas
cosas me hacen pensar que este país es un lugar maravilloso, donde gente
generosa te toca el timbre de tu casa y
te deja una vivencia de aquéllas. Pero bueno, quería contarles eso e invitarlos
a que me sigan visitando. Porque me gusta contarles cosas copadas y transmitir
buenos sentimientos. Y porque sé que quienes vuelvan me van a llenar de buenos
deseos. ¡Buena vida!
No aflojes, Rozitchner's friend!! ❤
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