miércoles, 8 de marzo de 2017

¡Conmigo NO, Baradel!

Y bueno, ayer continué con mi tendencia a levantar los muros de una patria sincera y sustentable. Porque al país lo levantamos entre todos, pero si uno se queda en su casa con miedo a salir porque Baradel le pega coscorrón, bueno, así las cosas no van a cambiar. Y me cuesta creer que los docentes lo sigan a ese tipo tan mugriento. Pero bueno, no sé, a mí no me representa porque yo quiero algo mejor para el país. Y al país no lo levantamos con gente así. ¿Qué ejemplo le da ese tipo al docente, que tiene que estar presentable a la hora de dar clases? No sé, yo me acuerdo de Andrea, mi profesora de química en el secundario, y era una mujer linda, siempre limpia, buena, pero que se hacía respetar. Si Andrea lo viera a Baradel diría: «Este tipo no me representa, porque yo quiero una Argentina mejor, y a la Argentina mejor la construimos entre todos, no haciendo paros sino siendo conscientes de que a los pibes no hay que tenerlos de rehenes». Y yo sé que hay un montón de Andreas más hoy, pero tienen miedo de que Baradel les caiga y les dé coscorrones. Pero con miedo no hacemos nada, porque el miedo nos paraliza y nos hace mal. En cambio, yo digo que hay que mirar para adelante y decir: «Yo no tengo miedo, Baradel, tengo esperanzas. Y mejor que me dejes vivir mis esperanzas, porque si no el país no va a salir de la crisis moral que gente como vos infectó en los docentes». Y así estamos…
Les comentaba que ayer volví a dar clases en la escuela de Emilce, la directora, que me agradeció la buena disposición y la buena onda. Y me dijo que lamentaba que los pibes faltaran: «Lo que pasa», explicaba ella, «es que la República Argentina está sumida en el nihilismo negativo y no ha alcanzado el estadio de transvaloración de todos los valores. Por eso lo que necesitamos no es ni un camello ni un león, sino un niño al frente de nuestros destinos. Un niño que haga poesía. Pero la profesora de Literatura está ausente. Por eso te pido, Amigo de Rozitchner, que pases por el aula de tercero e impartas una lección magistral, que des el ejemplo de cómo debe obrar el niño para purificar el estado de nihilización al que nos ha conducido el populismo. Por favor, te encargo ese destino». Y entre lágrimas tomé las manos de Emilce y anuncié la venida del súper hombre en el cole. Al momento de ir al aula de tercero, una idea se manifestó en mi interior: «¡Niños, niños! Acompáñenme al patio

Y como dijo Emilce: «Necesitamos de un niño» para conducir los destinos de esta nueva y más mejor Argentina que se viene.

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