Y bueno, ayer continué con mi tendencia a
levantar los muros de una patria sincera y sustentable. Porque al país lo
levantamos entre todos, pero si uno se queda en su casa con miedo a salir
porque Baradel le pega coscorrón, bueno, así las cosas no van a cambiar. Y me
cuesta creer que los docentes lo sigan a ese tipo tan mugriento. Pero bueno, no
sé, a mí no me representa porque yo quiero algo mejor para el país. Y al país
no lo levantamos con gente así. ¿Qué ejemplo le da ese tipo al docente, que
tiene que estar presentable a la hora de dar clases? No sé, yo me acuerdo de
Andrea, mi profesora de química en el secundario, y era una mujer linda,
siempre limpia, buena, pero que se hacía respetar. Si Andrea lo viera a Baradel
diría: «Este tipo no me representa, porque yo quiero una Argentina mejor, y a la
Argentina mejor la construimos entre todos, no haciendo paros sino siendo
conscientes de que a los pibes no hay que tenerlos de rehenes». Y yo sé que hay un montón de Andreas más hoy, pero tienen miedo de que
Baradel les caiga y les dé coscorrones. Pero con miedo no hacemos nada, porque
el miedo nos paraliza y nos hace mal. En cambio, yo digo que hay que mirar para
adelante y decir: «Yo no tengo miedo, Baradel, tengo
esperanzas. Y mejor que me dejes vivir mis esperanzas, porque si no el país no
va a salir de la crisis moral que gente como vos infectó en los docentes». Y así estamos…
Les comentaba que ayer volví a dar clases en la
escuela de Emilce, la directora, que me agradeció la buena disposición y la
buena onda. Y me dijo que lamentaba que los pibes faltaran: «Lo que pasa», explicaba ella, «es que la República Argentina está sumida en el nihilismo negativo y no
ha alcanzado el estadio de transvaloración de todos los valores. Por eso lo que
necesitamos no es ni un camello ni un león, sino un niño al frente de nuestros
destinos. Un niño que haga poesía. Pero la profesora de Literatura está
ausente. Por eso te pido, Amigo de Rozitchner, que pases por el aula de tercero
e impartas una lección magistral, que des el ejemplo de cómo debe obrar el niño
para purificar el estado de nihilización al que nos ha conducido el populismo.
Por favor, te encargo ese destino». Y entre lágrimas tomé las manos de
Emilce y anuncié la venida del súper hombre en el cole. Al momento de ir al
aula de tercero, una idea se manifestó en mi interior: «¡Niños, niños! Acompáñenme al patio!»
Y como dijo Emilce: «Necesitamos de
un niño» para conducir los destinos de esta nueva y más mejor Argentina que se
viene.
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